sábado, 1 de agosto de 2015

Usar un pseudónimo

Résped es un pseudónimo. No escribo este blog con el mismo nombre que pone en mi DNI.

Soy un simple ciudadano. No soy conocido fuera de mi familia y allegados, no milito en ningún partido, no soy funcionario ni cobro ninguna subvención (ni yo ni ningún familiar mío, hasta donde yo sé). Aunque, si así fuera, creo que seguiría teniendo derecho a opinar y a usar un pseudónimo.

Internet ha traído muchas cosas buenas. También malas, pero esas hoy no tocan. Una de las cosas buenas es la cercanía.

Pero para no generalizar, vamos a hablar de Twitter. (En Twitter uso el mismo pseudónimo, por cierto.)

La más inmediata de entre las redes sociales más populares es Twitter. A partir de esta red (entre otras cosas) algunos políticos han sabido ganar cercanía con los ciudadanos. El "puto amo" sin duda sería Pablo Iglesias y, en general, los chicos de Podemos usan esa red como si la hubieran inventado. Han sabido usarla y crecer a través de ella. La cercanía que les ha dado les ha impulsado hasta soplarles en la oreja a los partidos ahora llamados tradicionales, antes mayoritarios.

Mención aparte sería cómo se le revolvió esta misma red a Guillermo Zapata. No pensaba en 2011 que fuera a ser concejal. ¡Haber usado un pseudónimo para tus chistes, hombre!

En el punto opuesto a los de Podemos tenemos a los chicos del PP, a los que las redes sociales les escuecen. No soportan la cercanía porque la gente dice lo que opina. Pero como gozan de la mayoría absoluta de hace ya casi cuatro años, resulta que se han inventado una ley con la que criminalizar la libertad de expresión, la han llamado ley mordaza.

Yo no soy difícil de encontrar. Tengo un correo electrónico real asociado a mi cuenta en Twitter y a este blog, tengo una IP y un teléfono a mi nombre. Si sobrepaso los límites de la ley, me encontrarán. Aún no ha sido el caso.

Aun así, hay a quien le molesta que use un pseudónimo.

Ayer le pregunte por Twitter al concejal del PP y diputado provincial por los datos de la subvención al Trinquet, dónde figura con pelos y señales. No me lo enseñó, solo un papel de una cantidad, sin firmas y sin vincular la cantidad a ninguna obra. Además no le sentó muy bien y me echó en cara no saber mi nombre (el del DNI, se entiende). No le falté al respeto de ninguna manera, doy mi palabra, y ni siquiera le eché en cara su mala ortografía. Pero me acusó de "esconderme" y "no dar la cara". ¿Le molesta que un ciudadano pregunte?

¿Si mi pseudónimo fuera Perico Palotes, Guillermo Barber se sentiría más seguro?

Mi madre me dijo siempre que no opinara, que no militara, que no se supiera que leía. Esto último llevó a mi abuelo a la cárcel. Un agricultor que supiera leer era sospechoso de por sí para la derecha de hace unos años... y lo demostraban.

Grandes autores de la tradición literaria española han usado pseudónimo, como norma (Azorín o Clarín) o para criticar a sus coetáneos (Larra o Quevedo).

Pero no me voy a escudar ni en el miedo de mi madre ni en una calidad literaria que no poseo. Uso un pseudónimo porque me da la gana y pregunto porque quiero.

Usted, señor Guillermo Barber, no responde porque no tiene respuestas y se molesta porque que le pregunten por la verdad le escuece.

Pues es lo que hay.

Un saludo
Résped (lengua de serpiente)



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