Dicen del escorpión que, al verse rodeado de fuego, se pica a sí mismo. Dicen del gato que, atacado, se defiende panza arriba, lanzando zarpazos contra todo lo que esté a su alcance. La mofeta, acorralada, lanza su fétido líquido.
Arturo Torró se ha sentido atacado esta última semana por la contabilidad que sale a la luz. Pero rendir cuentas no está en el ADN de los políticos. Torró, Orengo, Diana Morant, Mariano Rajoy, Ximo Puig... todos deben tener claro que hasta el último céntimo de su gestión puede ser auditado.
Torró lo vive muy dramáticamente: "atacan por otro frente, el personal, reviviendo el caso Púnica" dice en un artículo que publicó ayer en su blog y en el diario Levante-EMV. ¿Ve como un ataque su imputación en el caso Púnica? Eso no lo haría Diana Morant, sino la Guardia Civil y colaborar en la investigación no es opcional para el equipo de gobierno.
Pero para él las facturas aparecidas, los datos presuntamente ocultados son "un bulo dañado [sic] de odio, mentiras y rencor".
En un artículo salpicado de faltas de puntuación, de ortografía, semánticas... Torró pasa al ataque vil: "alcaldesa infantil, incompetente y mala persona". Son palabras que supuran odio y machismo (¿llamaría infantil a un hombre?)
"Pobre mujer (...) movida por el odio [a la que] manejan desde Valencia" continúa, mientras él se figura a sí mismo inocente... bueno él mismo se llama presunto inocente, no sabemos si es que sabe algo que no nos dice.
Pero el drama acaba en comedia con un cambio de tono. La justicia de Arturo no es de este mundo. Diana Morant es don Juan Tenorio y Arturo se ve como una doña Inés, mancillada en su honor e impotente, afónica de insultar a su ofensor, y a la que solo ya la justicia divina puede vengar.
Luego, víctima y a la vez arrepentido, ruega por el alma de su victimaria: "encenderé una vela por su alma".
Arturo, déjate de teatro. Rinde cuentas y no seas animal defendiéndote panza arriba, teatrero y faltón.
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